Se usa como referencia de la fecha de fundación del Banco Central de la República Dominicana al decreto del 9 de octubre de 1947, que así lo establece, pero, en realidad, como todas las demás instituciones del estado, sus años de gestación y creación fueron muchos.
Probablemente el más antiguo de sus antepasados sea la “Casa de Contratación de Sevilla”, encargada de regular las entradas y salidas de bienes y capitales desde España a todo el continente americano y donde el Puerto de Santo Domingo ocupaba todavía un lugar central. Al día de hoy, más de 500 años después, puede decirse que algunas de sus funciones, como la ejecución de políticas monetarias y administración de las reservas internacionales son una continuidad de esa desaparecida entidad perteneciente a la corona española.
La realidad insular se impuso y durante siglos coexistieron luchas por botines, la expresión local de rivalidades lejanas, la piratería y su formalización a través de navíos con patente de corso. Todo esto dificultaba una visión sobre el bien común desde una entidad centralizada. Las asociaciones comerciales en ocasiones funcionaban como ente aglutinador. Así, en 1847, la firma del presidente de la Cámara de Comercio de Santo Domingo era la segunda para avalar a emisión de cheques y papeles de cambio.
Como es bien sabido, la diversidad de acreedores y la bancarrota del país en que lo había sumido dictadura de Ulises Hereaux, fue uno de los motivos aludidos por las fuerzas interventoras de la ocupación militar de 1914, ocupación que conllevó la puesta en marcha de un sistema eficiente de administración de aduanas y cuya contabilidad se llevaba en el lugar que luego se eligió para ser la sede del gobierno central de la República Dominicana en el año 1944.
Menos de una década después de finalizado el ejercicio de ocupación militar sobrevino una usurpación del poder político, económico y militar a cargo de un equipo que dedicó singulares esfuerzos a la formalización de los procedimientos administrativos. Así, el estado adquirió como propiedad nacional más de una institución financiera privada (Royal Bank, convertido en Banco de Reservas), reglamentó la preparación y requisitos del ejercicio de la profesión de peritos contadores, administradores y financistas, creó un sistema de gerencia para los créditos más importantes de la economía (Banco Agrícola) y, como joya de la corona, mandó a elaborar los manuales de procedimiento y regulación interna de lo que sería el Banco Central de la República Dominicana.
Ese proceso se extendió durante muchos años, con el bufete Ortega Frier como uno de sus principales actores. Dentro del equipo de trabajo de ese bufete se encontraban hombres que habían estudiado las leyes y la economía en los Estados Unidos, país que fue durante todo el siglo XX el principal socio comercial de la República Dominicana. Uno de esos hombres era José Horacio Rodríguez Vásquez, abuelo de su cuasi tocayo, el actual diputado José Horacio Rodríguez Grullón. Los nietos de otros colaboradores de ese bufete recuerdan el quehacer pausado y minucioso de un hombre que sirvió al país con entrega y desprendimiento.
Él no pudo ver el fruto de su esfuerzo porque salió del país antes de la proclamación de la fundación de esa institución y falleció el mismo día de su regreso, trece años después. Sin embargo, mantuvo lazos con personas que continuaron laborando con esa institución. Además de los antiguos colegas del bufete Ortega Frier, como fue el caso de Luis Julián Pérez, posteriormente gobernador del mismo banco y de su primo hermano Agustín López Rodríguez, también fallecido, quien durante años la Secretaría de la Junta Monetaria.